Si 2014 fue un año malo para la economía y para los negocios, el 2015 se perfila peor. La recesión, la inflación y el desabastecimiento...
Si 2014 fue un año malo para la economía y para los negocios, el 2015 se perfila peor. La recesión, la inflación y el desabastecimiento se verán agravados por la caída de los precios petroleros y por la ineptitud de un Gobierno empeñado en imponer un modelo fracasado, sumándosele un escenario político que se recalienta por unas elecciones parlamentarias que son cruciales para el destino del chavismo y de Venezuela misma.
En este marco, la resiliencia del consumidor venezolano y el abanico cambiario permitirán que aún en plena crisis haya oportunidades para surgir, ahora con una esperanza de cambio. La clave está en reinventarnos, buscando oportunidades y soluciones, creando puentes entre la clientela, nosotros y el entorno.
Todo lo que va a pasar ya está pasando. La variable petrolera no es alentadora. Según registra el portal de Menpet, los precios han venido cayendo de manera progresiva desde 2012, perdiendo más del 31% de su valor a esta semana. Y la tendencia sigue, tal como pronostica la OPEP y reflejan los mercados futuros. Si este año sobrevivimos con un barril promedio quizás de US$ 90, el año que viene bien pudiéramos enfrentar un precio ponderado de US$68 p/bbl.
Si el ritmo de liquidación de divisas que reporta el Cencoex si acaso alcanzará al cierre del año 50% de los US$ 42 millardos presupuestados, acumulando una deuda inmanejable, la proyección de ingresos 2015, lamentablemente, apunta a un recorte adicional no menor al 7%. Es decir, si en 2014 los importadores y las aerolíneas sufrieron una sequía de dólares, el año que viene se pondrá peor, y ello implica más desabastecimiento y más inflación, en la medida que el Gobierno recurre a la imprenta y, el público, a un paralelo que no debe bajar de Bs. 160 en Junio.
¿Seguirá manteniendo el Gobierno la farsa del 6,30 para alegar que no ha devaluado la moneda? Así dicen. El abanico cambiario mantendrá las distorsiones del mercado, donde el paralelo marcará la pauta en precios, justos o injustos, pero por demás ciertos. En la medida que la brecha con el Sicad 2 se amplíe, la demanda por este dólar que a Bs. 49,98, parece mentira, luce barato, será incontenible. ¿Se mantendrá la farsa cambiaria ahí también? De ser así, la oferta se seguirá contrayendo, limitada a papeles y entes del Estado, porque nadie quema divisas a un tercio de su valor de calle.
La variable presupuestaria ya se ha anunciado que viene con una reducción del -18% en términos reales, de cara a la inflación, es decir, y tras la mentirita de un aumento nominal, lo cual impactará a las misiones, entre otras erogaciones. Y como quiera que el presupuesto fiscal se calculó, de nuevo, con base en un petróleo a US$ 60 p/bbl, la discrecionalidad del Estado se verá reducida, del 50%, anterior diferencial entre el barril presupuestado vs. lo real, al 13%. Es decir, no habrá mucho dinero tampoco para créditos adicionales. ¿Seguirá el dispendio, y la corrupción, secando las arcas de la Nación?
A la iliquidez, que no es insolvencia, por ahora, se le sumará la estanflación. Ya algunos analistas apuntan a una caída del PIB del -4% en 2015, con un INPC que se disparará sobre 84% e impactará el consumo, en la medida que el presupuesto del hogar se vea cada vez más comprometido. En efecto, el INE reporta que los hogares ingresan un promedio mensual de Bs. 9.000, mientras que el Cenda informa que la canasta alimentaria supera ya Bs. 14.000. Si visualizamos una distribución normal del ingreso (Campana de Gauss), podemos estimar que más del 80% de la población ha caído a nivel de subsistencia. Si bien somos 30 millones, el mercado para muchos productos, como automóviles y viviendas, y servicios, como la banca y los seguros, se limitará cada vez más al 20% superior de la pirámide social, mientras las misiones tratan de atender al resto con menos disponibilidad.
En este contexto, la resiliencia del venezolano salta a la vista. Vemos restaurantes llenos y conciertos con entradas agotadas, por no hablar de vuelos especiales a Miami y aviones sin cupo. Todos tenemos que comer, y quienes tienen carro, al no poderlo cambiar, deben mantenerlo, asegurarlo o repararlo. Así que el consumo, aunque abatido, persistirá. ¿Qué hacemos? ¿Cómo prosperamos cuando todo apunta a un colapso?
Las empresas deberán, por un lado, concentrarse en la minoría rentable, y evolucionar, yendo de la transacción a la relación, y de la relación a la solución; y considerar que la internacionalización no se limita a invertir u operar en el exterior, sino a operar en dólares y con dólares, así sean caros. “Ya no es suficiente con satisfacer al Cliente, tienes que deleitarlo” dijo Tom Peters, autor de “En Busca de la Excelencia”, y en un mercado desabastecido y caro, esto implica agregar valor más allá del producto que no se consigue, y del servicio que no es muy bueno.
Por su parte, el venezolano tendrá que buscarle la vuelta a la situación. No se deje cegar por la crisis, no se deprima ni tire la toalla. Si no ha abierto cuenta Sicad 2, hágalo. Si no pudo comprar dólares porque no pagó ISLR, declare 2014. No proponemos que actúe al margen de la ley, al contrario, que invierta, compre y venda bienes y servicios importados, porque en esta Venezuela, en la medida que este Gobierno insista en destruir a la empresa privada y en crear más y mayores distorsiones en la economía, cada vez se producirá y se invertirá menos. Y en este mundo de ciegos, el tuerto es rey.
“En momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento” dijo Einstein, quien también afirmó que “si buscas resultados distintos, no intentes hacer siempre lo mismo”. ¡Invéntese una!
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