Gilberto Chávez sembrador de prosperidad e independencia; Desde su Villa Vieja cultiva diariamente la fecunda paradoja de "Sembrar el Petróleo".
Gilberto Chávez sembrador de prosperidad e independencia; Desde su Villa Vieja cultiva diariamente la fecunda paradoja de "Sembrar el Petróleo".
El tiempo se trocaba en desesperado temor. Los árboles destilaban sus últimas hojas trémulas. Un tiempo incalculable de experiencias acumuladas. Allí estaba su trascendencia. Eso es él, prolongado como la madre Tierra, fértil, infatigable, en continua transformación, frente al sublime misterio de la creación.
Las manos vacías, los ojos enfebrecidos de esperar la cosecha, el lienzo pulcro para plasmar angustias y anhelos, ansias y soledades interiores.
Gilberto Chávez visita sus recuerdos. Allí está la vieja casona de barro, con su pozo artesano, de agua cristalina. Loa hijos corriendo se veían jóvenes y felices.
Por el juego de muchos azares, Gilberto, a sus noventa y dos años, desafía la soledad del campo. Bajo la última estrella de la aurora, comienza su larga faena, que transcurre en medio de un tenue y estimulante olor a huerto, a campo frutecido. Con el ímpetu de siempre, empuña el arado, y arranca de las entrañas de la Tierra, el agua con la que riega su sembradío.
El, desde su Villa Vieja natal, sigue cumpliendo la añeja consigna de "sembrar el petróleo", que no significa otra cosa que un alerta, sobre la peligrosa naturaleza ambivalente de esa riqueza inesperada y gratuita que nos había sido deparada por casualidad geológica y la necesidad de organizar su inversión a corto y largo plazo, para lograr la fecunda paradoja de crear, con dinero producido por el petróleo, una economía agrícola, que le garantice a los venezolanos, un futuro ilimitado de prosperidad y de independencia segura.
Artículo original publicado el 30 de mayo de 2010
Carlos Alberto Almarza/ @CarlosAlmarza3